Familia y amigos de Panamá y México despedimos a

Jorge Turner Morales

al mismo tiempo nos quedamos con él al compartir sus palabras:

Turner, padre, compañero, amigo, abuelo, bisabuelo, tío, maestro siempre, ha dicho que la memoria se mantiene en constante agonía para apresar el recuerdo amenazado por el olvido... Tal vez por eso, junto a la evocación aparece siempre la nostalgia, como expresión punzante de la vida. Los recuerdos, emergen de distintos planos de la realidad y la fantasía y aspiran a vincular a un hombre con los otros, con el mundo, consigo mismo...

Entrevista a Jorge Turner


ENTREVISTA ESPECIAL A JORGE TURNER MORALES
PARA FLACSO-PANAMÁ
  1. ¿Cuándo descubre su vocación hacia las ciencias sociales?
Yo no me interesé por las ciencias sociales deslumbrado por lecturas o estudios sobre el comportamiento humano y su peripecia histórica. Más bien la vida me situó desde temprano en circunstancias que me obligaron a hacerme muchas preguntas y parte de algunas respuestas las encontré en mi propia experiencia y otra parte en el conocimiento de diferentes textos escritos.

  1. ¿Cuáles eran las circunstancias sociales, nacionales y regionales en su época de estudiante?
La época de mis estudios de bachillerato en el Instituto Nacional de Panamá fue la época en que pasé por tempranas situaciones personales y familiares, en un mundo en crisis, que forjaron los fundamentos de un pensamiento que después traté de desarrollar. Por eso me emociona especialmente que esta entrevista, a mis 87 años de edad, se efectúe hoy en el sitio más grato de mis antiguos recuerdos definitorios. En aquel tiempo se inició la Segunda Guerra Mundial y los norteamericanos emprendieron en la Zona grandes obras para proteger la vía interocéanica de un eventual ataque nipón y allí trabajé yo, en las noches, como estibador en los puertos de Balboa, mientras en las mañanas asistía como estudiante al Instituto Nacional. Esta ambigüedad me provocó de joven un fuerte rechazo a las características racistas del régimen de trabajo en el área canalera, acompañado de la intuición institutora de que el sistema educativo panameño tenía defectos que debían corregirse.

  1. ¿Qué autores fueron influyentes en su formación? ¿Influyó la lucha política de su padre?
Insisto en que mi pensamiento social no empezó a forjarse desprendido de una orientación teórica previa. Simplemente surgió de una idea sencilla de justicia que luego se amplió. Por otra parte, Papá Domingo me permitió crecer considerando que a los niños hay que dejarlos ser niños. Cuando fue el momento y yo crecí intercambiábamos opiniones en que él representaba al bondadoso hermano mayor más que al padre severo.
  1. ¿Cuándo empezó sus estudios universitarios?
Yo empecé mis estudios universitarios en la Universidad Nacional de Panamá, en donde encontré la posibilidad de dar continuidad a inquietudes surgidas en el Instituto Nacional. El clima intelectual que se vivía en la Universidad era estimulante. En ella pudimos reproducir con más sentido el interés por conocer la literatura latinoamericana y de ordenar nuestras ideas redactando pinitos periodísticos. Pero lo más importante para mí fue que pude aquilatar por segunda ocasión el valor de la huelga estudiantil como recurso de presión. Al final de mis estudios de bachillerato yo había participado en el Instituto, como dirigente, en una huelga estudiantil para protestar porque los exámenes de fin de curso de las distintas materias los habían fijado a realizarse todos en un mismo día, lo cual era antipedagógico. Las peticiones nuestras fueron aceptadas, pero el rector, don Catalino Arrocha Graell, decidió mi expulsión, de lo que me salvé por la intervención del entonces ministro de Educación, Cristóbal Adán de Urriola. Y nuevamente, matriculado en la Universidad, pude participar en ese plantel en otra huelga que pedía la restitución como profesora de la socióloga Georgina Jiménez, que fue la primera huelga estudiantil que además planteó como objetivo el logro de la autonomía universitaria. La promoción escolar nuestra, de reciente ingreso en la Universidad, participó en la huelga muy cohesionada, porque antes habíamos formado la Asociación Revolucionaria de la Juventud Unidad (ARJU).
Los resultados de esa huelga fueron decepcionantes y por eso mi hermano David y yo, en busca de nuevos horizontes, aprovechamos la invitación que nos hicieron desde México para participar, como panameños, en el Congreso Continental Antifascista de la Juventud por la Victoria.
Con el viaje, que se prolongó, comenzó el primer período de mi estancia en México. Fue un período largo, fructífero y definitivo en mi formación profesional. Durante él obtuve mi título de abogado, impartí clases en la Universidad Obrera, formé parte del Departamento Legal del Sindicato de Mineros y me activé en el periodismo. El regreso a Panamá lo llevé a cabo en forma discreta en un momento en que acababan de asesinar al Presidente José Antonio Remón Cantera y se encontraba desatada “la cacería de brujas”. En ese tiempo trabajé en el departamento jurídico de la Presidencia de la República y seguí en mi actividad periodística, llegando a ser director del periódico “El País” y presidente del Sindicato de Periodistas. Pero nunca llegué a realizar mi mayor anhelo, el de ser profesor de la Universidad Nacional, en virtud de que me objetó el doctor Jaime de la Guardia, entonces rector de dicha Institución.
  1. ¿En qué movimientos políticos de Panamá militó usted a partir de la segunda mitad de los cincuenta?
Los años que siguieron fueron de gran efervescencia social estimulada por las esperanzas que concitó la Revolución Cubana. Se dio el alzamiento armado de Cerro Tute, en la zona bananera ocurrieron huelgas y en el área canalera comenzó la siembra de banderitas panameñas clandestinas que reivindicaban nuestra soberanía. De mi parte, participé con otros compañeros en la organización de Vanguardia de Acción Nacional, que no planteaba la imitación de lo acontecido en la Cuba heroica, pero sí un cambio profundo en el injusto orden social que prevalecía en Panamá. A los 11 días de gobierno del doctor Arnulfo Arias, la oficialidad joven de la Guardia Nacional dio un golpe y Omar Torrijos y Boris Martínez iniciaron los arrestos preventivos de las personas que suponían podían oponerse al golpe militar y me incluyeron. Estuve preso cerca de un año y después me enviaron desterrado a México. Así comenzó mi segundo período de estancia en México.

  1. Docencia, publicaciones, aportaciones académicas.
En México, por fin, pude realizar mis viejos anhelos de ser profesor universitario. El año que pasó cumplí 30 años de actividad docente en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Soy profesor-investigador de tiempo completo, a nivel de licenciatura y doctorado. Y más allá de mi entrega a la docencia me cuento entre las preocupados intensamente por la aberración de la insistencia en llevar al mundo a su autodestrucción. Por eso sigo vinculado al periodismo de opinión tratando de reflexionar sobre el asunto. Mi obra escrita consta de una decena de volúmenes y de centenares de artículos de análisis sobre distintas coyunturas. Pero lo que me mantiene alerta es el recuerdo constante del fervor que me embargaba cuando, acompañado de miles de personas, echamos abajo la cerca imperialista que separaba la zona norteamericana de la ciudad de Panamá, el 9 de enero de 1964, y la ilusión de hoy de que me alcanzará el tiempo para concluir mi libro en preparación que se llama “Repertorio de temas para interpretar América Latina”.

7) Vinculación a Movimientos Políticos y Sociales. Función de las Ciencias Sociales en los cambios estructurales de América Latina.
Resulta obvio que los cambios de todo tipo en la evolución de las sociedades se producen conforme a los objetivos que surgen de la acción conjunta de las personas. Y en esta virtud, yo, como ser social, he participado en múltiples organizaciones. Desde las de carácter gremial, como mi participación en la fundación de la Federación Latinoamericana de Periodistas, hasta las que han perseguido fines políticos directos, no sólo en un ámbito nacional, sino también actuando internacionalmente en pro de la unión de los países subdesarrollados, bajo una permanente convicción bolivariana.
El razonamiento sobre la necesidad del desarrollo económico y la justicia social latinoamericana debe estar auxiliado por los aportes de las ciencias sociales. El abordaje para acercarse a la problemática debe ser forzosamente multidisciplinario. Lo más importantes es precisar, tomando en cuenta la experiencia histórica y la realidad actual, las particularidades de nuestros países y sus consensos, las diferencias y las convergencias. Los acuerdos fraternales que se vayan logrando deben incluir ideas sobre las formas concretas para avanzar en proyectos que incluyan a nuestra región completa.

  1. ¿Cómo definiría usted el futuro de América Latina?
No soy partidario de hacer vaticinios caprichosos. El mundo de hoy se encuentra en su peor momento. La crisis económica demuestra que el sistema imperante no debe continuar. Sigue funcionando anárquicamente con la generación de una gran riqueza que inesperadamente engendra la mayor pobreza de las masas populares. Y la forma dominante de producir, en desarmonía con la naturaleza, ha provocado el cambio climático que amenaza la existencia humana. En tales condiciones los gobernantes de las grandes potencias tienen dos opciones. O intenta corregirse o caen en la tentación de seguir auspiciando un mundo que será cada vez más liberticida y drástico. Y lo que sucede en el mundo afectará a América Latina. Y lo que suceda a América Latina afectará a cada uno de nuestros países.
Es difícil hacer cualquier pronóstico. Pero está claro que las víctimas no podemos cruzarnos de brazos. Los latinoamericanos debemos luchar por participar unidos en las álgidas polémicas sobre el futuro de la humanidad. El tema es largo. Pero las instituciones de FLACSO de nuestros países tienen una hermosa tarea a cumplir informando y creando conciencia sobre el destino ideal que debería encontrar la especie humana.
Panamá, 20 de enero de 2009.

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